LA
NARRATIVA DESDE 1939 HASTA LOS AÑOS 70
LOS PRIMEROS AÑOS DE POSGUERRA.
En
1939 el panorama cultural es desolador; muchos autores se han
exiliado y la
literatura se encuentra determinada por la presión de la censura,
que impide que se pueda expresar una denuncia explícita. Así, tras
las tendencias subjetivistas de la deshumanización del arte, los
escritores de los 40 tuvieron que acudir a la tradición realista
como punto de arranque.
La
literatura en el exilio
Autores
como Ramón
J. Sender (Requiem
por un campesino español),
Max
Aub
(Josep
Torres Campalans),
Francisco Ayala (Muertes
de perro),
Rosa
Chacel (La
sinrazón),
quienes al acabar la guerra marchan al exilio por su apoyo a la
República. Su obra se realiza al margen de la literatura que se hace
en España y, en general, tratan con insistencia sobre el tema de la
guerra.
La
narrativa de los vencedores
La
novela experimentó un resurgimiento más cuantitativo que
cualitativo y buena parte de los novelistas se encuentran del lado de
los vencedores, lo que se nota en la orientación ideológica de sus
obras. Podemos citar a Agustín de Foxá (Madrid
de corte a checa), Ignacio
Agustí o Gironella.
Cada una de las
décadas estará marcada por una tendencia dominante.
AÑOS
40
Tremendismo
La
publicación de La familia de Pascual Duarte
(1942) de Camilo José Cela
inicia el tremendismo, narrativa cuya base de su contenido es la
violencia
y los aspectos más desagradables y brutales de la realidad. La
familia de Pascual Duarte narra
un cúmulo de crímenes y de atrocidades que parecen verosímiles por
el tipo de protagonista y por el ambiente. Como un nuevo pícaro,
Pascual Duarte narra su biografía para que entendamos cómo ha
llegado a ser un condenado a muerte.
Novela
existencial
Lo
existencial se convierte en uno de los temas fundamentales de la
narrativa. Paralelamente a lo que ocurre en la poesía desarraigada,
la desorientación, la hostilidad de la vida y la angustia
marcan los motivos de parte de la novela de estos años.
Podemos
mencionar Nada de Carmen
Laforet (1944,
Premio Nadal). La trama, con un estilo desnudo y
triste, recoge hechos cotidianos de su vida, inmersa en la
incomunicación y el desencanto. También
La sombra del ciprés es alargada (1947
) de Miguel Delibes, novela
impregnada de preocupaciones existencialistas, como la obsesión por
la muerte y por la infelicidad, con una honda religiosidad.
AÑOS
50 (Realismo social o neorrealismo)
Para
muchos La Colmena (1951)
de Cela
es un precedente de la novela social. En estos años la función de
la literatura será informar al lector de lo que no aparece en los
medios. Aunque la censura continua los autores pretenden reflejar la
situación. Según la forma de hacerlo se pueden diferenciar dos
tendendias: el objetivismo y el realismo crítico.
Características
de estas corrientes son, por ejemplo, el narrador en 3ª persona
y el gran uso del diálogo
que ocupará un lugar
preeminente. La estructura será sencilla,
narración lineal, y la acción se concentra en un
corto espacio de tiempo
(un día o menos: El Jarama). Se preferirá el personaje
colectivo (La colmena) y se rechaza la novela
psicológica.
Los principales
temas que se abordan son: la vida
en el campo, el mundo del trabajo, la burguesía, novelas de tema
urbano.
Objetivismo
Se centra en los
problemas del hombre como ser
individual (la soledad, la frustración...) Recibe
influencia del cine. Ejemplos son Rafael Sánchez Ferlosio (El
Jarama, 1956; novela conductista; crónica de un día
de domingo de un grupo de jóvenes junto al río Jarama), Carmen
Martín Gaite ("Entre visillos"), Ana Maria Matute (Primera
Memoria) e Ignacio Aldecoa, (El fulgor y la sangre), .
Realismo
crítico
Se centra en los problemas de los grupos
sociales (la novela como instrumento político para
concienciar al público). Señalaremos La zanja
de
Alfonso Grosso, novela
cargada de denuncia y crítica con la realidad española del momento.
Otros son Jesús
Fernández Santos ("Los bravos", 1954), Jesús López
Pacheco (Central eléctrica), Juan García Hortelano ( "Nuevas
amistades", 1959, "Tormenta de verano"); Armando López
Salinas ("La mina")
AÑOS
60 (La preocupación social y la experimentación)
Durante
la década de los sesenta se detecta un cierto agotamiento del
realismo social y ya no se pretende sólo denunciar la situación
social, sino que hay una clara evolución hacia la
experimentación y la renovación. Entre las novedades
podremos encontrar el perspectivismo argumental, el monólogo
interior o los continuos saltos
hacia atrás o hacia delante en
el argumento. Las novedades no afectan sólo al argumento o la
estructura, también a la ortografía, ya que algunos autores
suprimen los signos de puntuación, o los párrafos, y es
frecuente que se mezclen los géneros. De este modo las novelas pasan
a ser más complejas y experimentales, quizás dirigidas a un
lector con mejor preparación intelectual que en los años cincuenta.
Los escritores españoles serán influidos por los autores
europeos (Proust, Kafka, Joyce), norteamericanos (Faulkner, Dos
Passos) o latinoamericanos (Vargas Llosa, Cortázar, García
Márquez).
Dos
novelas son consideradas los modelos de las nuevas tendencias: Tiempo
de silencio (1962)
de Luis Martín Santos
y Señas de
identidad (1966)
de Juan Goytisolo.
A estas podemos añadir Cinco
horas con Mario de
Miguel Delibes, Últimas
tardes con Teresa de
Juan Marsé,
Volverás
a región
de Juan Benet.